jueves, 2 de junio de 2011

Fukushima vida de los trabajadores

Una bola de arroz seco, un jugo, una botella de agua y 30 galletas es toda la alimentación que reciben a diario los 400 trabajadores que se encuentran en la central de Fukushima. Los operarios aceptan las condiciones extremas en las que viven estos días, con el único objetivo de controlar la crisis nuclear, cada vez más complicada.


A las 6 de la mañana, los empleados de Tepco se despiertan y desayunan 30 galletas y un poco de jugo. Luego, cada uno se aboca a sus respectivas tareas en la dañada central nuclear, sin volver a ingerir comida sino hasta la noche, cuando regresan a los edificios donde se alojan, dentro de las instalaciones. No hay almuerzo ni descanso. A todo ello hay que sumarle los altos niveles de radiación a los que se exponen (hasta 1.000 milisievert, por hora).

La cena también es una cuestión de supervivencia. Una bola de arroz seco y una lata de pollo o pescado en conserva para cada uno. Mientras esperan unos 15 minutos para que el arroz se cocine, el silencio es sepulcral y hay una tensa calma. Nadie habla, ni protesta. Es lo que hay.

Para protegerlos de esta radiactividad, los empleados duermen cubiertos con láminas de plomo y tapados con mantas, en los pasillos o en las salas de conferencias de las instalaciones. La mayoría no pasa más de una semana en la planta. Pero son siete días en los que no pueden tener contacto con el exterior, ya que los teléfonos no funcionan y tampoco hay cobertura de celulares en Fukushima.




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